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Si vives en España y fumas hachís, probablemente provenga de Marruecos. Esta resina, fácil de transportar y conservar, es una de las formas favoritas de consumir cannabis. Solo en la UE en el 2020, en plena pandemia, se produjeron 86.000 incautaciones de hachís. El cannabis ha pasado de cultivarse de forma doméstica a explotarse en grandes plantaciones en varios centros de producción y distribución mundial. Y si hay un lugar que representa eso es el Rif, en el norte de Marruecos.
La relación del Rif con el cannabis ha sido tan estrecha que cuando el Gobierno marroquí ha intentado perseguir su cultivo se han llegado a producir levantamientos populares en la región. Con el tiempo, Marruecos ha aprendido a mirar hacia otro lado e incluso a aceptar un mercado ilegal que supone un porcentaje del PIB significativo aunque difícil de estimar. Marruecos es el primer exportador de hachís a Europa y del mundo. Su Gobierno, consciente de los beneficios que genera este sector, se convirtió en 2021 en uno de los pocos países africanos y el segundo árabe —después del Líbano— en legalizar su cultivo, comercialización y consumo medicinal.
Marruecos, líder del mercado mundial de hachís
Durante años, las autoridades marroquíes aplicaron una política de mano dura contra el hachís que no ha funcionado, y han acabado tolerando su presencia. La legalización era un debate polémico: no agradaba a los islamistas, que argumentaban que el cannabis va en contra del islam, pero sí era apoyada por los sectores laicos y por el rey Mohamed VI, que no ha tenido reparo en fotografiarse con camisetas estampadas con la hoja de marihuana. Finalmente, en junio de 2021 el Parlamento despenalizó el cultivo de cannabis, permitió su comercialización para uso medicinal, cosmético e industrial y creó una agencia pública de control del sector.
Marruecos ya lideraba la exportación de hachís antes de la legalización y quiere seguir haciéndolo. No solo por los ingresos que genera, sino porque ay…